miércoles, 22 de abril de 2009

Columbia Desafío Ballenas - 2005

Perdimos las huellas en las dunas empalagosas de Puerto Pirámide. El calor de las dos de la tarde se había llevado el optimismo. La desesperación nos pisaba los talones, las brújulas no encontraban el norte y los faros andaban de franco. Andrés estaba herido de bala y Ricardito traía cara de malo. El silbido del viento se mezclaba con la afonía de la respiración. Estábamos en el horno, el Sol rozaba el máximo y la cocción venía pareja. Las tres de la tarde pasaron de largo. Los espejismos habrían a las cuatro. Nos tomamos un camello y agonizando llegamos al abismo que nos enseñó el mar, la playa … la libertad.

Fue el primero de dos días de aventura. Fue la primera edición del Columbia Desafío Ballenas. Kakambas dijo presente. Las Ballenas … Las Ballenas … Che, alguien vio a las Ballenas ?

( donde el photoshop escribió Alfajor Jorgito debería decir Chancho con gusto a poco )

La rifa fue para solventar la inscripción y el batán para llevar los bártulos. En tres días armamos unos baúles económicos para esquivar otro gasto. Montamos las bicis al utilitario y nos fuimos para la costa. Si desean saber mas acerca de los baúles ( a la postre bien llamados SARCÓFAGOS ), no duden en navegar por las deliciosas líneas de Andrés Tappata:

Arrancamos temprano y llegamos con la Luna. Armamos la carpa presidencial en un recoveco y asistimos a la reunión previa. Nos comimos los carbohidratos de los libros y cada uno a su habitación. El alboroto entró al camping bien temprano. Nos sacudimos el sueño y a las gateras. La parte de MTB duró mas de 3 horas. Con las piernas chinchudas encaramos el Sahara. La arena nos robó un tornillo y con los patitos desalineados volvimos al parque. Nos disfrazamos de surfistas y nos fuimos a las orillas de Valdés. Manoteamos una canoa inflable. Nos hicimos a la península. Las ballenas que faltaron a la cita nos pasaban por al lado. A duras penas volvimos a la costa. Con los trajes mojados, y pesados por demás, trotamos los últimos kilómetros que nos separaban del arco. Siete horas de aventura se fueron con el primer día. Siete horas son bastantes para un primer día cuando hay un segundo.

El colchón se portó de novela y el segundo día amaneció en pañales. Salimos de las gateras al trote suave lejos del desierto. Las grutas nos vieron pasar raudos y a las risas. Lo peor estaba por venir. Agarramos las mtb´s y las sacamos a pasear. No había manera de pedalear entre las dunas. Las risas se fueron de a poco. La Raley pesa un camión y las cuestas me cagaron a palo. Luego de la arena quedé herido de bala. Andrés se mostraba intacto. Ricardito llevaba cara de malo. Dejamos las seis ruedas en la orilla y nos hicimos a la península otra vez. Las mismas ballenas del día anterior nos ayudaron a remar. El viento sopló a favor y la costa se acercó de golpe. Agarramos dos ruedas cada uno y salimos a completar el último tramo. La factura de las siete horas del día anterior llegó en forma de calambre. Ricardito se fue de trompa. A las piernas se le trabó la cabeza. Una no quería pedalear mas y la otra quería un helado de limón. Con algunos masajes y mucho de psicología la subimos a la bici. Ricardito siguió pedaleando con las piernas turulecas, cara de malo y la trompa llena de arena.

El ripio se hizo asfalto y lo peor quedó en el pasado. Kakambas entró a puerto Pirámide a todo motor. La marea había dejado la playa transitable. El reloj había pasado las cuatro horas y el arco nos arrancó una mueca bastante parecida a una sonrisa. La misión estaba cumplida, y la medalla ( nunca trofeo ) ya tenía dueño.

Nos bañamos con agua fría. El hambre asomaba en el bagre. Nos sacamos fotos con compañeros a estrenar, y desarmamos la presidencial. Cuatro de la tarde y el hambre moría de desnutrición. Cargamos los sarcófagos y la panza hacía ecos al vacío. Cinco de la tarde, ninguna casa de comida abierta y el color pálido nos había ganado el alma. La cara de malo ya no era solo de Ricardito. El mal humor había conquistado el auto y el vuelo de una mariposa era motivo para una hermosa puteada ( con lo lindo que son las mariposas ). Pero cuando todo era oscuro y tenebroso un almacén venido a menos nos guiñó un ojo. 30 fetas de jamón y 30 de queso, mas un pan Fargo y mayonesa, y las mariposas volvieron a volar tranquilas. Fueron los sandwichitos mas ricos del mundo. Les juro que no exagero ni un cuarto, hasta Ricardito cambió la cara !!!


2 comentarios:

Florencia Barrera dijo...

Hola Pablo!!!

Como va amigo??? Se te extrañó en el Balsa, no es lo mismo si no estamos todos jeje

Buen relato, como siempre... Agregame a tus 'fuertes links', xq desde hace unos días tengo mi propio blog de info variada.

www.biendeallen.blogspot.com

Besos!!!

Arle dijo...

Amiguito, ese habría es de abrir, va sin "h"

"Los espejismos habrían a las cuatro"

Disculpe, no pude con mi genio. Le dejo unos cuantos besos por si le andan haciendo falta