miércoles, 8 de abril de 2009

K42 2005

Octubre. 2005. Otro K42.

Desde la punta del cerro Bayo venía bajando como soplete y en el suspiro decía : La gran siete !!! Qué lo parió !!! … Cuánta hermosura !!! Ni Da Vinci con sobredosis de paco se hubiera inspirado para pintar semejante paisaje. No tuve mas remedio que parar y llevarme cada detalle. Aproveché un remanso, apagué el motor y me quedé contemplando la vida que se había amontonado frente a mi respiración mucho mas que bastante cansada. Una guarda imponente de cordillera atravesaba el cuadro de lado a lado dejando un par de lagos desordenados abajo. Y arriba, el firmamento manchado con algunas nubes atrasadas que ya se iban. Si se imaginaron un cuadro hermoso, multiplíquenlo por 100.

Mientras mis ojos seguían grabando cada rinconcito del paraíso y mis oídos escuchaban el Bolero de Ravel, mis piernas imploraban salir del infierno. El Bayo, cansado de verme parado como un pavote allá arriba, me pegó un empujón. Y sin tablas ni raquetas seguí bajando como soplete por un campo minado de nieve virgen. Cuando menos lo esperé una pierna se enterró hasta la rodilla y los reflejos se encargaron del resto. Bastante mojado me despedí del Sol y me interné en el bosque. La bajada de Fonseca estaba mas enojada que nunca. No había manera de frenar, y los árboles se cruzaban sin cambio de luces. Uno me tocó atrás. Era para roja directa. Otro me esperó de frente. Estaba entrando al área y no dudé en tirarme. De panza caí sobre la naturaleza mientras el arbitro, un parcial de aquellos, dejó seguir.

Con el alma desteñida, las piernas en huelga y la confianza extraviada me senté en un tronco que no paraba de moverse. Las fuerzas me dejaron en banda y el cansancio plantó bandera. Los pájaros empezaron a desafinar, los árboles se nublaban y el diablo quería meter la cola. Solamente me salva un milagro, pensé mientras intentaba hacer foco en cualquier lado. De pronto un tronco estornudó y apareció Nino. El peque con cara de peque se me acercó tambaleando. Qué haces sentado bolú ? me dijo ... Tomate esto y dejá de mariconear que no queda nada. El Glucotem mandó a llamar fuerzas y la confianza despertó sobresaltada. Quedaban 10 kilómetros, las piernas se cargaron de optimismo, los colores salpicaron el alma y los pájaros volvieron a afinar de a rato.

El Puente de madera nos esperó en la entrada. El pescador todavía peleaba con una marrón. La retina de la cámara del Fabi nos capturó llegando maltrechos a la Villa. Algunas bocinas y gritos de aliento reconfortaron la moral que venía desmoralizada. El arco nos pasó por arriba y el pecho se agrandó como tortuga con patines. Los últimos rayos de la tarde daban de lleno en la medalla que brillaba orgullosa como un Sol. La ducha estuvo caliente y los masajes fantásticos. Le entramos a una hamburguesa marca cañón y a una manada de calmantes que no sabían por donde empezar. Nos despedimos del Chaquito Querido y con el baúl lleno de calambres encaramos el viaje de vuelta.

Mas contentos que cansados llegamos a casa. De entre los calambres y el olor a tercer tiempo rescaté una experiencia mas que guardo celoso junto al resto, en el cajón, donde también tengo el mes de Abril, y mi corazón.

1 comentario:

Florencia Barrera dijo...

Muy bueno Giotto!!...

igual, me engañaste... en el mail decia K42 2008 jajajajaja


besos!!!