viernes, 10 de octubre de 2008

Merrell Adventure Race - Tandil 2005

Luego de haber hecho un alto mas alto que Manute Bol, y presentarles el corazoncito que la vida tuvo el encanto de regalarme cuando pasó por casa, me obligo a reanudar el desfile de aventuras.

Vuelvo al 2005 . . .

Tandil nos recibió un Sábado de Abril después de un durísimo viaje de casi 1000 kilómetros. La Merrell Aventura Race nos presentó un lugar excelente para gustos variados. Repleto de leyendas e historias. Mezcla de ciudad y villa. Mezcla de excitación y paz.

El pie del cerro EL CENTINELA nos dio abrigo. Dormimos una siesta marca cañón custodiados por un indio petrificado que esperaba volver a ver al amor de su vida. La india engañera había desaparecido una noche de verano, y el indígena, mas fiel que Chita, jamás volvió a verla. Macanudo !!!

Desayunamos. Dormimos. Almorzamos. Retiramos los kits. Paseamos por el lago. Recorrimos el calvario. Visitamos a Jesucristo. Y asistimos a la reunión previa que comenzó después de un minuto de silencio en honor al Santo Padre que decidió tirarse a descansar luego de tanto laburo. Con un marco imponente de público se dieron las recomendaciones de rutina. Tagle, con el dinamismo que lo caracteriza para agilizar las reuniones, nos observó varios puntos importantes y nos dejó ir antes que empezaran los primeros ronquidos.

Sábado a la noche, carbohidratos en el mirador con un vinito para dormir tranquilos. Domingo a la mañana, mucho líquido, bananas, total magnesiano, barras de cereales, mas líquido. El Debut, formado por Adrián y Favio, y Kakambas, formado por Kakambas, estaban listo para la aventura. Calentamos, elongamos, saludamos a las cámaras, descargamos algo de líquido, y entramos en las gateras. Un asado regado para la pareja que llegara primero fue el incentivo. Las fichas estaban puestas en Kakambas, puesto que El Debut, valga la redundancia, debutaba.

Todos pintados de Naranja salimos a decorar las sierras. El circuito se caracterizó por el constante desnivel que obligaba a los competidores a llevar consigo una buena estrategia. Estrategia que no supimos diagramar por culpa del vinito del Sábado a la noche. Largamos subiendo hacia el mirador de la ciudad, rápidamente cortamos por un camino de tierra y encaramos a las zonas aledañas. Esta primera parte del paseo era entretenida, sin complicaciones serias, subidas y bajadas leves que permitían la recuperación instantánea. Y con un público extremadamente caluroso que terminó siendo fundamental a lo largo de todo el paseo.

Aguanten Los Correcaminos escuché por ahí. Jorgito venía huyendo del coyote. Nos conocíamos por mail. Nos pusimos a la par. Aprovechamos para platicar un largo rato como si estuviéramos en un bareto tomando unas birras. Después de algunas recomendaciones volvimos a separarnos. Que lindo momento. Suerte Jorge. Suerte Pablo. Nos escribimos.

La carrera ofrecía pelotones a montones. Ninguno nos quería llevar. Decidimos armar un pelotón de dos personas e imponer un ritmo tortugal. Las Sierras estaban cada vez mas cerca. El camino ancho se fue transformando en sendero angosto, la ciudad apenas se veía y nuestras suelas se animaron al suelo precámbrico. Pensar que hace apenas 2.500 millones de años estas sierras tenían 8.000 metros de altura. Menos mal que ha Merrell no se le ocurrió organizar esta aventura en aquel entonces. El tiempo fue pasando, la naturaleza hizo lo propio y la subida se acortó bastante.

En búsqueda de la famosa Cascada escalamos una sierra interminable. Todos, mas lento que a pasos de hombre, íbamos ganando altura. Mientras hacíamos glúteos y gastábamos piernas, recuperábamos aire. Llegamos a uno de los puntos mas alto sobre el nivel del mar. Menuda fue la sorpresa cuando descubrimos que la protagonista principal, la Cascada, brilló por su ausencia. Parece que en Tandil es todo medio misterioso. Hace 93 años, en 1912, una piedra que estuvo durante años y años sostenida desde el cielo por un hilo imaginario, cayó sin darles explicaciones a nadie. Esta Cascada que se tomó el fin de semana y tampoco dio mayores explicaciones. ¿Y que me dicen del indio fiel que espera petrificado al amor de su vida? Definitivamente, Tandil es medio misterioso !!!

Continuemos con lo que nos interesa . . .
Un poquito a pie y otro poco caminando avanzábamos acompañados de algunos dolores musculares que intentábamos subestimar. Varios corredores permanecían a la deriva del sendero, estirando, lidiando contra los calambres, comiendo algo, esperando un taxi con el cartel de libre. Otros competidores viajaban por el costado del reglamento, solos, sin compañeros. Qué mal viejo !!! Si nos comprometemos a participar en una competencia en equipo, seamos un EQUIPO CARAJO. Me enojé che !!!

Por fin empezamos a bajar. Esta es la última bajada y ya estamos en el dique. ¿Estas seguro vos? Si Andrés, estoy segurísimo. ¿Y todos aquellos que van subiendo en aquella sierra? No piscuí, aquellos van bajando, ya no hay mas subidas te lo prometo. Pueden creer que hicimos 5 kilómetros mas y encaramos la subida al Cerro de las Animas. Perdoname piscuí, pensé que ya estábamos llegando. Mal de piernas, peor psicológicamente, hicimos lo que pudimos para conquistar la cima. Si no vi la Cascada en la subida anterior, tampoco me pidan que vea a las Animas en esta, Ok.

Ahora sí Andrés, bajamos vertiginosamente y listo de subidas. Esperemos !!! La mucha pendiente nos impedía trotar. Así que disfrutamos del paisaje. Nos llenamos los pulmones de aire puro y los ojos de maravillosos paisajes. Llegamos abajo y empezamos a mover las piernas de a poco mientras público y mas público volvían a regalar afecto. No hace falta ser Mostradamus para predecir que la llegada estaba cerca. Un tramo de césped para reconfortar las piernas, una escalera que no reconfortaba nada. Mas césped. Una murga impresionante, y el arco de llegada con el reloj que sentenció 3 horas 35 minutos. Kakambas llegó a la meta y el asado regado ya tenía dueño.

El Debut no asomaba. El tiempo de espera se acortó cuando Mariana Arias me pidió que nos retratemos juntos. De pronto. Ahí vienen. Ahí vienen. Perdoname Mari pero llega El Debut. Chau, nos vemos. Pitos. Maracas. Perdón. Matracas. Con una felicidad incomparable Adrián y Favio atravesaron la murga y cruzaron la meta. No importa cuanto marcó el reloj. Ellos pintaron en un cuadro perfecto el significado de llegar. Nos fundimos los 4 en un abrazo y disfrutamos de ese momento especial, difícil de detallar, que te regala cada carrera finalizada.

Con la medalla al pecho y llenos de dicha nos dispusimos a pegar la vuelta. Mientras las sierras se alejaban y los ojos se cerraban, me pareció verla. AMAIKE. Así se llamaba la india que una noche serena había sido tomada prisionera por los hombres blancos, mientras EL CENTINELA imploraba para volver a verla. Charlamos un rato y le prometí volver el año próximo. Y ha modo de secreto me comentó que si lograba humanizar al petrificado indio que todavía la espera, se iban a anotar en mixtos para ganarnos el asado regado.

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