sábado, 25 de octubre de 2008

Circuito YPF Cross 2005

Después de atar las bicis y los remos simples en el batán, partimos de nuestra provincia natal con destino Buenos. Aires. Viajamos toda la noche intercambiando el volante entre los tres. El que mas duraba con los ojos abiertos manejaba. Si pisaba la banquina mas de 3 veces, automáticamente tenía que dejar su lugar a otro.

Con Ricardito y Andrés revoleamos la camisa de fuerza para el patio del vecino. La locura se asomó al ventanal, y la rienda suelta nos secuestró un fin de semana. Una hermosa estancia en Pilar nos sedujo a participar del circuito YPF Cross, y con las mochilas cargadas de ilusión emprendimos la cruzada.

El Sábado al mediodía hicimos puerto en un hotel con pocas estrellas, y con ganas de nublarse. Dormimos una mona y la infancia nos pasó a buscar. Ricardito gritaba como un fana de Vicente Viloni mientras el carrito de la montaña rusa caía al vacío. Las risas se mezclaron con puteadas cuando un martillo gigante se empecinó en reunir al hígado y los pulmones adentro del estómago. La descompostura no evitó los carbohidratos de la cena. Nos sacamos el disfraz de 15 años y nos fuimos al sobre pensando en volver a tentar a la infancia en cualquier momento.

El conserje cacareó temprano. Nos vestimos de Kakambas y salimos para la cancha. El día fue elegido a dedo. El viento no aportó. El sol se portó de maravillas. River y Boca medían armas por el torneo local y el Domingo fue mas Domingo todavía. De los tres, Andrés y yo ( la mitad mas uno ) nacimos gallinas, Ricardito vino con olor a caca de la vereda de en frente.

Desatamos las bicis y nos fuimos a las gateras. El parque cerrado estaba minado de containers prolijamente acomodados en varias filas. Buscamos el 216, guardamos las pertenencias y nos fuimos a calentar. Primero largaban los elite y mixtos. Mas tarde los del montón. Raudamente arrancamos mas tarde. Los primeros 2km de trekking los hicimos bastante rápido para mi gusto. En menos de 8 minutos ya estábamos en el parque otra vez. Calzamos zapatos, casco, guantes y salimos a incursionar en los 30 km. de MTB.

Arrancamos parejo y con mucho cuidado. No tardó en aparecer un equipo con un flaco adelante que pedaleaba que daba miedo. Nos colamos atrás. Esto no se debe hacer, pero lo hicimos. Parecía el tour de France. Aguante flaco !!! Lance Amstrong nos llevaba a todos con la lengua afuera. Éramos un tren. Íbamos mas rápido que la luz. En la bajada de los pirineos uno de los vagones de adelante descarriló y pasamos a ser la locomotora. La luz se fue atenuando y el ritmo fue perdiendo ritmo. Fuimos solos hasta que Lance y los suyos volvieron a alcanzarnos. Se nos pegaron atrás. Descansaron un toque. Y nos pasaron como parado. Otra vez solos . . . y sin locomotora !!!

Llegamos al parque cerrado. Abandonamos las bicis y salimos a correr. No encontraba forma de coordinar los pasos para incrementar mi velocidad crucero de 2 km. por hora. Ricardito y Andrés me ataron una soga y poco a poco las piernas fueron perdiendo timidez. En el kilómetro 4 nos topamos con unas canoas inflables listas para domar. Nos acomodamos como pudimos, le pegamos tres fustazos y salimos relinchando por el medio del lago artificial. El relincho duró poco. Nos pasaban como parado. El matungo se retobaba seguido. A fuerza de fusta y espuela lo bien educamos y logramos imponer un lindo andar. Sobrepasamos un equipo que se había dado vuelta, y al galope reunido completamos los últimos 100 metros de agua.

A la orilla del lago nos esperaba una mesa repleta de frutas. Le pagamos un atraco importante y salimos a transitar los últimos 7 km. de trekking con el corazón contento. Las piernas funcionaron algo mejor. Íbamos a 4km por hora. La llegada se hacía rogar. Aceleramos un poco mas. 5km por hora. Casi 6, y surgió un imprevisto. Las piernas de Ricardito decidieron tomarse un descanso y fueron por un calambre. El viejo ( cariñosamente hablando ) se tiró al piso y al mismo tiempo que ensayaba unos mimos en los gemelos maldecía a la montaña rusa. Los mimos surtieron efecto y recuperamos el andar. Sorteamos unas tímidas cuerdas y cual puño apretado perforamos la línea de llegada.

Con la medalla al cuello y escuchando por radio como el Guille y el Chelo nos manchaban el Domingo, nos volvimos a casa. Ganamos la ruta y encaramos nuevamente los 1000 kilómetros. Con Ricardito ensayando algunas gastadas y con los comentarios fresquitos de lo acontecido en esas 3 horas maravillosas, se nos fueron pasando los kilómetros. Una parada en Santa Rosa para picar algo. Los ojos que se cerraban. El piloto automático que anduvo bárbaro. Las 5 de la mañana nos encontró desembarcando las bici y repartiendo los bártulos en nuestra provincia natal. Media hora mas tarde, con una sonrisa que no me entraba en la cara, estaba apoyando la cabeza sobre la almohada mientras pensaba ... Si todo esto que hicimos en dos días no es PASION POR LA AVENTURA, ... la PASION POR LA AVENTURA donde está ???

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