lunes, 28 de abril de 2008

K42 2004

Basta de Gre Gre para decir Gregorio. Llegó la hora de la verdad. El primer K nos pasó a buscar bien temprano aquel Domingo. Con mas incertidumbre que confianza nos fuimos para la Villa. Las siguiente líneas me las dictó el camino de vuelta en aquel Octubre del 2004.

"El reloj NKE marcaba las 16:34. (Sí, marca NKE. Agregar la "I" después de la "N" implicaba agregar un par de 0´s al precio, y el presupuesto no cerraba). Retomo ... El Reloj NKE marcaba las 16:34 del Domingo 31 de Octubre. Estábamos terminando de cosechar los últimos recuerdos de un fin de semana INOLVIDABLE. Todo el equipo posando para las últimas fotos del rollo, con el cartel del excitante K42 de fondo, y la molesta lluvia que seguía, seguía y seguía ... Mejor nos volvemos antes que se rebalse el Nahuel Huapi y seamos presa fácil del mítico Nahuelito ...

Sábado a la mañana. Con Andrés y el Fabi partimos desde Allen, provincia de Rio Negro, con sol. Sábado a la tarde. Arribamos a Villa, provincia de Neuquén, sin rastros de él. Fuimos directamente al centro de convenciones a buscar las remeras y pecheras con los números correspondientes. 204 y 205. Listo. Ya se terminaban las palabras. Mañana los pingos se verán en la cancha ...



Un poco de paseo rutinario. El puerto, el río Correntoso, el cerro Bayo y finalmente La Anónima. Siguiendo las recomendaciones cargamos abundante líquido y carbohidratos al changuito, también le metimos mucha confianza, fe y un postrecito helado que según los libros no estaba permitido. En la reunión previa, escuchamos algunas advertencias, y nos fuimos a cenar y ultimar detalles con el "equipo". Fideos manchados con algo de tuco. Platos potentosos, con mucho queso, desfilaban por la mesa. 23:00 hrs y durmiendo. Los nervios y la lluvia me despertaban a cada instante. Ya llevaba contadas como 1589 ovejas cuando sonó el despertador. Por fin. Algunas cosas dulces, un Gatorade y salimos. Fabi el camarógrafo, Gomín y Chaco los fotógrafos, Andrés y Yo los locos, desembarcamos en el Lago Espejo. Qué hermoso lugar. Qué día de m ...



28 minutos y descontando. Fotos. Mas Gatorade. Estiramos un poco las piernas mientras nos seguimos mojando. 10 minutos, 5, y vamos todos a la línea de largada. 10, 9, 8 segundos, y la música de fondo que ponía la piel de pollo, ... 3, 2, 1 ... Allá vamos. Un malón de corredores, que derramábamos adrenalina por donde pasábamos, partimos a vivir una de las carreras mas duras de la Argentina. 42 km de cordillera, recorriendo lugares pintados a mano, con senderos impredecibles bañados en barro, arroyos de agua helada con puentes improvisados, árboles añejos, cañadones impactantes, subidas y bajadas interminables, INCREIBLE, realmente INCREIBLE.

Los primeros kilómetros quedaban atrás. Yo intentaba plasmar en la práctica la poca teoría que había conseguido. Empecé tranquilo, muy tranquilo, ese era el plan. A veces mas vale un mal plan, que ningún plan. Aunque finalmente resultó siendo un buen plan. Primer tramo sin complicaciones. Llegamos al puente del Correntoso. El equipo de apoyo nos esperaba con una lluvia de flashes y primeros planos. Tomamos aire y encaramos el primer obstáculo importante: La trepada al Inacayal. Un desfile de pecheras naranja zigzagueando con el objetivo de hacer cumbre. Por fin arriba se dejó ver una cascada sacada de un cuento de hadas. Era el premio ha tanto esfuerzo. Qué hermosura. Indescriptible. Maravilloso. Quiero quedarme acá, que me vengan a buscar.





A bajar !!! Para que bajamos si en un rato tenemos que volver a subir ??? Aumenté la velocidad, y con algunos compañeros casuales, esquivando charcos, troncos y mas charcos, bajamos como si empujaran de atrás. La pendiente no nos permitía hacer un alto ni para respirar. Después de casi dos horas internados en el bosque, volvimos a ver el cielo, a sentir la lluvia de lleno. 15 km. Qué !!! Ese cartel esta mal. No puede ser que recién vayan 15 km. Hicimos un tramo corto seguido de nuevos flashes y nos preparábamos para lo peor: La subida al Bayo.
Chequeo general. De aire bastante bien. De piernas no tan bien. Regalando un poco de nota, estaba pisando los 7 puntos. Y a subir. Casi 3 horas de viaje. Los primeros estaban llegando y yo haciendo glúteos en el medio de la nada. Casi 4 horas y el puntaje había bajado estrepitosamente. Estaba en un 4. Mucho viento. Mucha agua. Empapado. Miedo ??? Puede ser. Mis piernas ya habían perdido la cabeza. Que hago un Domingo sufriendo acá arriba. Tendría que estar en misa. Con mucho mucho frío caminé los últimos metros hasta el retome. Arriba el médico con una toalla calentita me revivió las manos, que apenas reaccionaban. Gracias maestro. Entré al refugio. Era el paraíso. Calentito. Me cambié la remera. Me comí una banana. Agua. No quiero salir de acá. Insisto, ... que me vengan a buscar.

Te quedan 12 kilómetros. No es nada. Ya lo tenes. Nuevamente a bajar. El viento ya se sentía menos, y con la lluvia ya éramos amigos. Las piernas elevaron una queja. Las piedritas en la zapatilla no dejaban en paz a los dedos empapados, que inmediatamente se unieron a las quejas de las piernas. Lo único que falta. Que se me retoben ahora. Les trasmití mi firme decisión de no parar y no les quedó opción. Donde manda marinero no manda capitán. No conformes con eso me mandaron al piso, de panza en plena bajada. Todavía no le puedo sacar el barro amarillento a la remera. Base del Cerro. Que alegría verlos. Nuevamente los planos y los flashes que quedaran para siempre.



Últimos 6 km. Interminables. Dale. Dale. Dale. Casi 5 horas de viaje. Entré a Villa La Angostura con mi amiga la lluvia. Seguí las vayas. El corazón quería salir a ver. Algunas lágrimas salieron. Las piernas y los dedos se olvidaron del dolor. El pecho se infló. Algunos aplausos. La meta que se nublaba. Un sueño que se estaba cumpliendo. Un sueño que se cumplió ... La medalla en el medio del pecho era el premio de tanto esfuerzo, de tantos días de sierra, de 42km inolvidables, de 5 horas, 6 minutos, de viaje por este maravilloso rinconcito cordillerano.

La reconciliación con mis piernas fue en la carpa de masajes. Después de una ducha me entregué a dos profesionales que durante 30 minutos me hicieron feliz. Que no se mal entienda por favor. Esos masajes fueron sencillamente espectaculares. Cuando bajé de la camilla no caminaba, flotaba. Salí de la carpa. Seguía lloviendo. Miré hacia arriba, la cima del Bayo no se veía porque las nubes lo cubrían. Le guiñé un ojo y le prometí que nos volveríamos a ver el año que viene.

Hoy. A 20 días de aquel INOLVIDABLE fin de semana, y ya totalmente recuperado, felicito a la organización, por la cordialidad con que nos trataron en todo momento y por los huevos que le pusieron para que nada se escapara de los márgenes. También les agradezco al Chaquito y al Fabi por haber demostrado las grandes personas que son, y a mi compañero de aventuras Andrés, por haber cosechado un triunfo mas."

1 comentario:

Leandro dijo...

Muy bueno el relato... felicitaciones. Este fue tu primer K42?